Si algo tenemos claro en la vida, es el punto de que la felicidad y el éxito no son una fórmula exacta, en cada persona existe una historia distinta con experiencias construidas en base a sus realidades, pero en cada caso en particular podemos distinguir que existe algo en común en la mayoría de las personas que han logrado alcanzar el éxito y un nivel de felicidad plena, ese elemento es una pasión que los mueve, ese es el común denominador entre las personas felices y exitosas, dejaron de escuchar al mundo y comenzaron a escucharse a ellos mismos.
Elegir, es una de las tareas más difíciles a la que debemos enfrentarnos durante toda nuestra vida. El choque de opiniones e influencias sociales que recibimos, hace que nuestras elecciones sean mucho más difíciles de lo que deben de ser, nuestra familia tiene su propia consideración, nuestros amigos, los allegados y todo aquel que nos rodea genera una influencia de opinión en base a lo que creen que nos conviene, lo que al final nos torna la vida más complicada de lo que debe de ser. Es una lucha entre nuestro interior y el exterior, entre el razonamiento y la emoción, aspectos que nos llevan a poner en una balanza las decisiones que deben ser tomadas solo por nosotros, sin importar la opinión de los demás.
La pasión es esa fuerza interna que llevamos dentro y que nos impulsa a perseguir nuestras metas, esos objetivos que para muchos son imposibles y que en momentos tratan de convencernos de que estamos equivocados, que debemos desistir y dedicarnos a vivir la vida que la sociedad entiende que más nos conviene, aún nos convierta ese estilo de vida en las personas más infelices del mundo. Cuando enterramos nuestras pasiones, estamos renunciado a todo lo que en verdad somos, estamos condenándonos a vivir amargados haciendo cosas con las cuáles no nos identificamos, nos convertimos en maquinas de satisfacer a los demás, sin pensar en nosotros mismos.
Las personas que han logrado revolucionar el mundo y han podido hacer cosas maravillosas, se dedicaron a perseguir su pasión, aquello que los impulsaba a levantarse cada día de la cama, esa actividad que no les importaba hacerla de forma continua, porque dejaba de ser una tarea y pasaba a convertirse en un placer, taparon sus oídos y dejaron de escuchar a quienes les llamaban locos, decidieron escucharse a ellos mismos, antes de escuchar a todas las voces externas llenas de dudas e inseguridades, repletas de angustias y de infelicidad.
En la vida debemos enfocarnos en estar felices con nosotros mismos, antes de salir a buscar la felicidad con los demás, debemos enfrentar nuestros miedos y entender nuestra realidad, defender nuestras pasiones y tener la gallardía de decirle a nuestros seres más queridos lo que queremos, sin importar cuantas veces llegue el fracaso. Las personas que han tenido menos fracasos en la vida, han sido aquellas que han dejado de perseguir sus metas. Quienes han alcanzado el éxito han caído muchas veces, se han lastimado y hasta han pensado en quedarse tendidos en el suelo, pero se han levantado con gallardía y se han llenado de motivación para continuar.
Cuando alguien tiene la duda de que carrera desea estudiar, que pareja quiere para su vida, cuál es el trabajo que debe elegir y muchas decisiones más a las que nos enfrentamos en la vida, son personas que no han escuchado sus pasiones, no han terminado de entender cuál es la energía interna que los mueve, lo que les lleva a ser mejores personas, a sentirse plenos con ellos mismos y a ver la vida como una bendición y no como una obligación. Las personas que son más felices en sus puestos de trabajo, no son los que ganan más dinero, la fórmula está en aquellas personas que sienten pasión por el trabajo que hacen, donde el dinero no deja de ser importante, pero lo que genera ese trabajo en ellos, es una pasión que no puede ser valorada económicamente.
La pasión es lo único que puede despertar ese gran ser humano que Dios construyó en ti, si decides dejarla dormida, vivirás toda una vida de infelicidad y de insatisfacción, comienza a escucharte y a vivir tu pasión.
Audi Rodriguez
