Por naturaleza, cultura e ideología los hombres siempre han llevado en sus hombros una reputación de mujeriegos e insaciables en cuestiones del placer y las relaciones intimidas, reputación que no es cuestión para debatir, tan solo un punto para partir.

En un mundo actual donde se invierte más dinero en cirugías estéticas que en enfermedades comunes, la mujer ha tenido la posibilidad de transformar su cuerpo al punto de la perfección, logrando captar la atención hasta del más fiel de los mortales. Todo esto se envuelve en el mundo de lo sexual no de lo sentimental, todo se torna visual y el sentido más profundo que logra despertarse es el deseo de la carne.

A todo hombre sin importar edad, cultura y lo mujeriego o fiel que pueda ser le llega en un momento específico de su vida la necesidad de vivir una nueva etapa, la etapa de formar un hogar, de compartir su vida junto a una pareja donde pueda realizar sus propósitos y metas en el plano familiar y así ver llegar esa etapa a la que en un tiempo le huyó y que ahora se convierte en algo que necesita para poder continuar. Errores se pueden cometer al elegir pero el pensamiento es uno e incuestionable: ‘Una Mujer de Verdad’.

‘Una Mujer de Verdad’ es esa donde se rompen todos los parámetros que solo daba la calle y el libertinaje, aunque es indiscutible que debe existir una atracción por lo físico, ya las grandes curvas no se evalúan, el prototipo de mujer perfecta se cae, comienzan a surgir nuevos elementos que no se pueden ver solo sentir, una mujer con la que pueda hablar, que con orgullo pueda mostrar en la sociedad como su señora, la que pueda ser madre, amiga y amante. Se sustituye el pensamiento de una mujer que solo piense en calle por esa que piense en casa, que no solo piense en vanidades que piense en realidades.

No es para sorprendernos el encontrar en los hogares más sólidos esa mujer reservada bajo perfil, la que no buscaba llamar la atención por encima de las demás, la que constantemente se le preguntaba ¿y cuándo es que vas a tener novio? es esa la que sabía para donde iba, del otro lado de la moneda vemos las populares, las que se les fue la juventud en farándula, a la que todos llamaban y buscaban para ir de calle pero ahora nadie quiere llevárselas para un hogar.

La mujer de verdad no es la que nos muestran en la televisión o en la novela, esas son entretenimiento como lo es el medio, la mujer de verdad necesita ser descubierta ya que no se encuentran de venta en una vitrina.

Audi Rodríguez

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