El mundo se encuentra en una de sus mayores crisis de los últimos años, las fronteras han sido cerradas, el espacio para pasar las 24 horas del día está limitado a las cuatro paredes de nuestros hogares, hemos tenido que mantener distancia de nuestros seres más queridos, familiares, amigos, compañeros de trabajo y conocidos. La principal medida para sobrevivir a esta pandemia del Coronavirus está en quedarnos en casa, día tras día, mientras vemos como personas son aisladas para luchar contra esta dura enfermedad, otros tienen que salir a arriesgar sus vidas y la de los suyos, para salvar la de todos.

Mientras todo esto transcurre a nivel mundial, observándolo desde las pantallas de nuestra televisión, del celular y de la computadora, aquel café donde se escuchaban tantas historias está cerrado; el bar donde tantas veces se brindó por la felicidad, sus luces están apagadas; esas playas donde veíamos a familias completas jugar, reír, divertirse y disfrutar, ahora solo las visitan las aves, que a su paso se encuentran extrañas ante tanta desolación; los grandes hoteles que fueron el hogar temporal de tantos visitantes, hoy solo son hermosas infraestructura sin personas que las disfruten; ese restaurante donde disfrutamos de tantas comidas maravillosas, hoy sus estufas están apagadas; los aviones ya no vuelan y los cruceros se encuentran anclados en puerto, sin dar alguna señal de que su capitán comenzará a navegar.

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Por el bien de todos, solo nos queda esperar, esperar tranquilos en casa con la esperanza de que todo pasará, pero sobre todo asumiendo cada día la enseñanza que nos deja este impacto mundial, donde asiáticos, americanos, europeos, africanos y cada persona que habita en el mundo, está hablando el mismo idioma, el idioma llamado Coronavirus, ahora vemos detenidamente que todos somos iguales, ahora nos enfrentamos a una realidad nunca pensada, donde las grandes potencias han entendido que puede existir un enemigo tan pequeño, pero sus imponentes armas de guerra no lo pueden contrarrestar. Los seres humanos hoy nos sentimos más desnudos, pues no importa que tanto tengas, eres igual de vulnerable de aquel que no tiene nada.

Saldremos fortalecidos de esta situación, pero esa fortaleza solo llegará si aprendemos la lección, si entendemos que lo más valioso que tenemos es el tiempo y nuestra libertad, que compartir con nuestros seres más queridos no tiene precio, que disfrutar de las maravillas que nos ofrece nuestro país y el mundo, es un regalo gratuito que tenemos, que debemos disfrutar de ellas antes de que nos sean arrebatadas o nos quiten el privilegio de visitarlas.

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Prometamos que al superar esta dura situación, la forma de celebrarlo será visitando ese café, tomándonos un trago en aquel bar, visitando esas playas que nos extrañan, almorzando en ese restaurante, hospedándonos en ese hotel que nos reunirá de nuevo para celebrar que pudimos superar esto, que llenaremos esos aviones y cruceros, para que de nuevo los aires y los mares vuelva a sentir su imponencia, conectándonos con nuevos destinos, nuevas culturas y maravillosos atractivos por conocer.

Nos levantaremos, no nos quedaremos afligidos y saldremos a VACACIONAR al superar esto. Quédate en casa para que esas vacaciones sean pronto, mientras más te expones y pones en riesgo a los demás, más tiempo tardaremos en superar esto. ¡Juntos Podemos!

Audi Rodríguez

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