Parece que fue ayer cuando recibimos un nuevo año, cuando nos abrazábamos y felicitábamos, cuando nos jurábamos como cada inicio de año que este sería el mejor, con metas claras y objetivos por alcanzar y ahora en esta recta final cabe preguntar ¿Qué pasó con todo lo prometido?
Todo en la vida para existir debe tener un motivo y una razón, cuando deja de tenerla se pierde todo el interés por seguir. Como seres humanos el motivo y la razón de nuestra existencia reposa en nuestras metas y propósitos, son ellos los que nos impulsan a continuar, a decir voy por más y a mantener el interés de ver llegar un nuevo año y plasmarnos nuevas metas pues tenemos la motivación de haber cumplido las ya propuestas.
Cuando pasan los años y te prometes cosas a cumplir y estas se quedan en el mes de enero, cuando nada de lo que planeaste lo haz podido realizar, te vas agotando, vas creyendo menos en ti, terminas en lugares que no deseaste con personas que no quieres estar en condiciones que odias cada día. Nos vamos llenando de impotencia y se apodera la desolación, baja el autoestima y puede llegar la muerte en vida que es la resignación.
Se exigente contigo mismo, no te propongas metas que no puedas cumplir, se el principal y más exigente supervisor de su cumplimiento y seguimiento, si estabas haciendo las cosas mal puedes volver a re-orientar, mira a donde estas ahora y a donde deseas estar, con eso tendrás las vías que necesitas para llegar a donde sueñas y trabajarás duro para eso.
Cuando se comienza a construir sin un plano de lo que queremos al final no obtienes nada más que cansancio. Haz tu inventario final y conviértete en el mejor administrador de tu vida, no permitas que las circunstancias y el destino decidan por ti.
Audi Rodríguez