Desde que eramos apenas unos niños, hemos venido acumulando cosas que se han  convertido en nuestra carga, una carga de aspectos mentales. En cada etapa nos encontramos con nuevas cosas que nos van cargando más y más, algunas positivas, otras negativas. Esas cargas que vamos asumiendo en el camino de nuestras vidas y de las cuales pocas veces nos vamos descargando, nos van llevando a un punto de ir agotando nuestras energías, sentimos como nos pesan los hombros, como se cansa el cerebro y como va muriendo la motivación para continuar.

Sin darnos cuenta estamos llevando una carga más pesada de la que deberíamos llevar, estamos asumiendo con cosas que deberíamos soltar. Ya no somos niños, nuestros cuerpos poseen menos energía y nuestras responsabilidades son mayores, por eso llega el momento decisivo en el que debemos elegir entre detenernos y reajustar nuestra carga, liberarnos de las cosas que ya no representan nada para nuestro viaje y quedarnos con las prioritarias que nos permitirán alcanzar nuestras metas o en su defecto, seguir con esa carga y ver como nos quedamos a la mitad del camino, exhaustos, cansados y deprimidos.

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Entre las cosas que componen nuestra carga se encuentra todo lo que de alguna manera nos impacta de forma directa e indirecta: familia, amigos, trabajo, entorno social y los aspectos externos por los cuales libramos batallas. La mayoría de estas cargas forman parte elemental de nuestras vidas y nos aportan para avanzar, es como la gasolina y la piedra, la primera es una carga, pero te sirve como combustible para el vehículo y para continuar, la otra tiene muy poco uso y no necesitarás cargar con ella, cuando en el camino podrás encontrar miles.

Viendo la vida en una perspectiva de nuestro día a día, hay muchas cargas que son malas para nosotros, que antes de aportarnos nos quitan fuerza, tiempo y espacio para otras, entre ellas podemos encontrar:

El pasado. Mientras más pasan los años, un pasado con capítulos sin cerrar se va haciendo mucho más imposible de llevar, pues nos limita al presente y nos cierra al futuro, debemos aprender a cerrar, quedarnos con lo positivo y olvidar lo negativo, quedándonos solo con las enseñanzas, superar las frustraciones y reinventarnos en nuestro presente.

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La vida de los demás. Ayudar es importante, no podemos ser ajenos a las situaciones difíciles de los demás, pero no podemos vivir como esponjas, absorbiendo y sufriendo todo lo que le pasa a las personas de nuestro alrededor, debemos priorizar cuales personas bajo nuestra responsabilidad asumiremos sus situaciones como nuestras y ayudarlos cuando lo necesiten, ya sea nuestra pareja, hijos, padres, hermanos y los que usted considere vital para su camino, pero no podemos querer abarcar y sufrir por todo el entorno, queriendo que los demás vivan la vida como entendemos correcta, cada quien que cargue con su responsabilidad.

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Personas Tóxicas y Negativas. Estos son los peores pasajeros que podemos llevar durante nuestro viaje, esas personas que sin hablar nos transmiten esa energía negativa, que nos agobia, nos angustia y nos hacen ver la peor parte de la vida. El entorno es vital para la forma en la que nos sentimos, existen personas que su aura es tan negativa que pocas cosas florecen a su alrededor, pues son capaces de cortar la única flor en el sendero, solo para no verla crecer, esas personas deben quedar fuera de nuestras vidas, no importa si es uno de nuestros padres, familia cercana, amigos y en momentos hasta hijos adultos.

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Si nos sentamos a la orilla del camino y revisamos nuestra carga, encontraremos miles de cosas más que están influyendo para que no avancemos con rapidez o que nos motivan a seguir adelante, no podemos esperar un día más para librarnos de la carga innecesaria, cada segundo es vital y el tiempo es muy limitado para llegar hacia donde vamos.

Ligera tu carga.

Audi Rodríguez

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