Nunca olvidaré una frase que encontré en un libro hace mucho tiempo, pero que aún la recuerdo como si la hubiera leído ayer: “La sociedad condena a todo aquel que se revela al papel que se le ha impuesto”. Cuanta verdad encontré en esa frase, que adquiere aún más fuerza según vamos recorriendo esta llamada vida, donde todo es incierto y existe un constante cambio de parámetros a lo que antes creíamos que era la fórmula perfecta.
Al detenernos a observar a los seres humanos en sus patrones sociales, nos damos cuenta que vivimos en base a parámetros que se nos han impuesto y a cronogramas que nos obligan de una forma directa e indirecta, a tener que cumplir, el más común de todos es: Se niño(a), estudia, luego ve a la universidad, busca empleo, cásate, ten hijos, vive para la familia, envejece, retírate, depende de tus hijos y muere; es un parámetro no escrito, pero impuesto por la sociedad y por las presiones de los círculos sociales en el que convivimos, familia, amigos y relacionados.
Cuando un ser humano decide romper esos parámetros y elige ser una marca única, creando su estilo de vida y su forma de vivirla, es muy alto el precio que se debe de pagar; cuando se decide renunciar a ser ese empleado ejemplar, cumpliendo un horario y esperando un sueldo, cuando se elige no tener hijos y romper los paradigmas sociales del orden de las cosas, es algo que lleva a una persona a chocar por momentos con la confusión de si está en lo correcto o ha decidido tomar el camino más difícil para llegar al destino.
Mirar en esencia la forma de vida de esas personas que deciden vivir a su manera, sin parámetros, ni presión social, nos daremos cuenta que lo menos que persiguen es lo FÁCIL, esa palabra no existe en su vocabulario, pues el solo hecho de decidir pagar el precio inicial de revelarse a lo que se le ha impuesto, ya es suficiente, basta con la satisfacción de recorrer caminos que nadie se atrevió a recorrer, encontrar cosas que nadie pudo ver y vivir emociones de las que no existen parámetros para entender.
Nos damos cuenta que la palabra locura, al final está muy asociada a la felicidad y a la autenticidad, pues la sociedad suele llamar locos y locas a esas personas que sus comportamientos salen fuera de todo parámetro establecido, son los llamados Locos Sociales, aquellos que sonríen cuando la sociedad le dice que deberían llorar, a esos que se levantan cuando otros permanecerían en el suelo y a esos que saben imponerse por encima de los señalamientos y las cuestionantes.
No generes una lucha interna entre lo que eres y lo que la sociedad quiere que seas, cuando encuentras ese ser especial y único dentro de ti, con sus cualidades especiales y actitudes que se diferencian al montón, haz encontrado una fórmula para ser feliz dentro de la llamada locura social, y al final el objetivo no consiste en el proceso, todo queda en el resultado, y si lograste obtener lo que buscabas, la única persona que debe cuestionarte, eres tu mismo.
Y la pregunta queda ¿Por qué hacer las cosas como nos marca la sociedad, si llegamos a encontrar una forma más emocionante y divertida de hacerlas?
Audi Rodríguez