Foto: uvnimg.com
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Es imposible olvidar esos años de niñez en el que íbamos viendo más allá de donde estábamos, las vidas de las personas mayores nos parecían tan interesante, ese instinto del poder, la independencia y el control que podían tener ante nuestros ojos era simplemente maravilloso. Soñábamos con ser grandes, nos molestaba el ser dirigidos y gobernados por nuestros padres, queríamos ser libres, libres de toda gobernación, pero nadie nos dijo que ser grande conllevaba tantas cosas.

Algunos hoy quisieran detener el tiempo y volver a ser niños para tomar un respiro. Nos vamos encontrando con que las cosas no eran tan color de rosas como las veíamos desde la mirada de esos niños inocentes que no tenían más obligación que jugar, estudiar y descubrir las cosas que ante nuestros ojos desconocíamos.

De repente llegó el gran día y fuimos esa persona grande que soñamos, nos encontramos con que el desamor dolía más y que las traiciones también crecieron con nosotros. Sin darnos cuenta hemos despertado en una selva a la cual no estábamos preparados para enfrentar y debemos convertirnos en cazadores o seremos las presas. La libertad que tanto deseamos llegó cargada de responsabilidades que nunca imaginamos. Los papeles se han invertido, antes cuidaban de nosotros, ahora debemos cuidar de los que cuidaban de nosotros, todo fue llegando sin avisar, hasta el punto en el que nos dimos cuenta que aquello que veíamos como una cárcel mientras éramos niños en verdad era nuestra verdadera liberad, una libertad que la daba la inocencia y el vivir blindados de la realidad de la selva.

No tuvimos tiempo para ensayar, pasamos de niños a adultos sin darnos cuenta, pero solo nos queda ir aprendiendo de las situaciones y de los problemas, para no perder una guerra que mientras respiremos no tendremos la opción de escapar.

Audi Rodriguez

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